martes, 30 de julio de 2013

94 Los hijos de Pandión

a. Cuando Erecteo, rey de Atenas, fue muerto por Posidón, sus hijos Cécrope, Pandoro, Metión y Orneo disputaron la sucesión; y Juto, cuyo veredicto hizo rey al mayor, Cécrope, tuvo que abandonar apresuradamente el país de Atica.
b. Cécrope, a quien Metión y Orneo amenazaron con la muerte, huyó primeramente a Megara y luego a Eubea, donde se le unió Pandoro y fundaron una colonia. El trono de Atenas recayó en el hipo de Cécrope, Pandión, cuya madre era Metiadusa, hija de Eupálamo. Pero no gozó del poder durante mucho tiempo, pues aunque murió Metión, sus hijos con Alcipa, o Ifínoe, demostraron ser tan envidiosos como él. Estos hijos se llamaban Dédalo, al que algunos, no obstante, llaman su nieto; Eupálamo, a quien otros llaman su padre; y Sición. A Sición se le llama también variadamente hijo de Erecteo, Pélope o Maratón, pues estas genealogías están muy confusas.
c. Cuando los hijos de Metión expulsaron a Pandión de Atenas él huyó a la corte del rey Pilas, Pilos o Pilón, un rey lélege de Megara, con cuya hija Pilia se casó. Más tarde Pilas mató a su tío Biante y, dejando que Pandión gobernara en Megara, se refugió en Mesenia, donde fundó la ciudad de Pilos. Desalojado de allí por Neleo y los pelasgos de Yolco, penetró en la Elide y allí fundó una segunda Pilos. En Megara Pilia dio a Pandión cuatro hijos: Egeo, Palante, Niso y Lico, aunque los hermanos envidiosos de Egeo difundieron el rumor de que este último era hijo bastardo de un tal Escirio. Pandión nunca volvió a Atenas. Tiene un altar de héroe en Megara, donde todavía se muestra su tumba en el Risco de Atenea Somormujo, como prueba de que este territorio perteneció en un tiempo a Atenas; fue disfrazada de esa ave que Atenea ocultó a su padre Cécrope bajo sus alas y lo llevó sin que sufriera daño alguno a Megara.
d. Después de la muerte de Pandión sus hijos marcharon contra Atenas, expulsaron a los hijos de Metión y dividieron el Ática en cuatro partes, como su padre les había ordenado que hicieran. Como Egeo era el mayor, recibió la soberanía de Atenas, en tanto que sus hermanos echaron suertes para el reparto del resto del reino. A Niso le tocó Megara y la región circundante hasta Corinto al oeste; a Lico le tocó la Eubea y a Palante el Ática meridional, donde engendró una tosca raza de gigantes.
e. El hijo de Pilas, Escirón, quien se casó con una hija de Pandión, disputó el derecho de Niso a Megara, y Éaco, llamado para juzgar la disputa, concedió el reino a Niso y sus descendientes, pero el mando de sus ejércitos a Escirón. En esa época se le dio a Megara el nombre de Nisa, y Niso dio también su nombre al puerto de Nisea, que él fundó. Cuando Minos mató a Niso lo enterraron en Atenas, donde todavía se ve su tumba detrás del Liceo. Sin embargo, los megarenses, quienes no admiten que su ciudad fuera tomada por los cretenses, pretenden que Megareo se casó con Ifínoe, la hija de Niso, y sucedió a éste.
f. Egeo, como Cécrope y Pandión, vieron su vida amenazada constantemente por las conspiraciones de sus parientes, entre ellos Lico, de quien se dice que fue desterrado de Eubea. Lico se refugió en el reino de Sarpedón y dio su nombre a Licia, después de visitar a Afareo en Arene y de iniciar a la casa real en los misterios de las Grandes Diosas Deméter y Perséfone, y también en los de Atis en Andania, la antigua capital de Mesenia. Esta Atis, que dio su nombre al país de Ática, era una de las tres hijas de Cránao, el rey autóctono de Atenas que reinaba en la época del diluvio de Deucalión. El bosquecillo de encinas de Andania, donde Lico purificaba a los iniciados, lleva todavía su nombre. Se le había otorgado la facultad de la profecía y fue su oráculo el que declaró posteriormente que si los mesenios mantenían a salvo cierta cosa secreta, un día recuperarían su patrimonio, pero si no la mantenían lo perderían para siempre. Lico se refería a una explicación de los misterios de la Gran Diosa grabada en una hoja de estaño, que los mesenios enterraron inmediatamente en una urna de bronce entre un tejo y un mirto en la cumbre del monte Itone. El tebano Épaminondas la desenterró finalmente cuando devolvió a los mesenios su gloria anterior.
g. El Liceo de Atenas también se llama así en honor de Lico; desde los tiempos más primitivos ha estado consagrado a Apolo, quien fue el primero que recibió el sobrenombre de «Liceo», y ahuyentaba a los lobos de Atenas con el olor de sus sacrificios.

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1. Las genealogías míticas como éstas eran citadas siempre que se disputaba la soberanía de estados o privilegios hereditarios. La división de Megara entre el rey sagrado, quien realizaba los sacrificios necesarios, y su sucesor, quien mandaba el ejército, tiene su paralelo en Esparta (véase 74.1). El nombre de Egeo es testimonio de la existencia del culto de la cabra en Atenas (véase 8.1) y el de Lico lo es del culto del lobo; todo ateniense que mataba un lobo estaba obligado a enterrarlo mediante suscripción pública (Escoliasta sobre Apolonio de Rodas: ii. 124). El somormujo estaba consagrado a Atenea como protectora de los barcos, y como el Risco de Atenea dominaba el mar, éste puede haber sido otro de los riscos desde los que su sacerdotisa lanzaba al pharmacos emplumado (véase 70.7; 89.6, etc.). Atis (actes thea, «diosa de la costa escarpada») parece haber sido un título de la triple diosa ática; sus hermanas se llamaban Cránae («pétrea») y Granéeme («punto rocoso»; Apolodoro: iii.14.5); y como a Procne y Filomela, cuando se transformaron en aves, se las llamaba conjuntamente Atis (Marcial: i.54.9 y v. 67.2), es probable que ella se relacionara con el mismo ritual de la cima del risco. Atis, como Atenea, tiene otras epifanías de aves en Homero (véase 97.4). Los misterios de las Grandes Diosas que concernían a la resurrección fueron entenados entre un tejo y un mirto porque estos árboles representaban, respectivamente, a la última vocal y la ultima consonante del alfabeto de árboles (véase 52.3) y estaban consagrados a la diosa de la Muerte.


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